Noticia de Ciberseguridad - Jul 15, 2025
Hoy en día, los dispositivos móviles son aliados indispensables para el día a día de cualquier negocio. Desde revisar correos hasta gestionar pedidos o acceder a información clave, los celulares y tabletas facilitan mucho el trabajo. Pero esta misma practicidad puede convertirse en una puerta de entrada para una amenaza que pasa desapercibida: el malware.
Las microempresas, en particular, están cada vez más expuestas a este riesgo. Mientras que las grandes empresas suelen contar con equipos de seguridad informática y protocolos claros, los pequeños negocios no siempre tienen los recursos ni la cultura digital para protegerse adecuadamente. Y eso los convierte en un blanco fácil para los ciberdelincuentes.
El crecimiento en el uso de smartphones ha sido aprovechado por los atacantes, que han desarrollado malware cada vez más sofisticado y difícil de detectar. Hoy basta con descargar una app falsa, conectarse a una red WiFi pública o hacer clic en un enlace sospechoso para que un dispositivo quede comprometido.
El problema se agrava cuando no existen políticas claras para el uso de celulares en el trabajo, o cuando los empleados usan sus propios dispositivos sin ninguna protección. Esto abre la puerta a que los atacantes accedan a correos electrónicos, archivos sensibles e incluso cuentas bancarias vinculadas al negocio.
El comportamiento del malware varía según su objetivo. Algunas variantes se dedican a espiar, recolectando contraseñas, datos financieros o conversaciones. Otras encriptan los archivos del equipo y exigen un pago para liberarlos, como ocurre con el ransomware. También existen versiones que convierten al celular en un “zombi”, usado para lanzar ataques a otros sistemas, afectando además la reputación de la empresa.
Lo más preocupante es que, en muchos casos, el malware puede operar durante semanas sin ser detectado. Durante ese tiempo, los atacantes extraen información valiosa y pueden alterar datos clave para el funcionamiento del negocio.
Un ataque de malware puede tener consecuencias graves para una microempresa. A diferencia de las grandes compañías, estos negocios suelen operar con presupuestos ajustados y sin planes de contingencia. El robo de datos, la paralización de operaciones o las multas por incumplir normativas de protección de datos pueden representar pérdidas difíciles de superar.
Además, un incidente de este tipo puede dañar la confianza de clientes y proveedores. Para una microempresa, que muchas veces depende del boca a boca y la buena reputación, esto puede significar la pérdida de oportunidades y contratos importantes.
Aunque el riesgo está presente, hay formas simples y efectivas de reducirlo. Instalar antivirus en los celulares, establecer normas claras sobre el uso de dispositivos personales y mantenerlos actualizados son pasos básicos pero poderosos.
La capacitación también juega un papel fundamental. Muchas infecciones ocurren por errores humanos: descargar aplicaciones de fuentes no confiables, caer en correos engañosos o conectarse a redes públicas sin protección. Si los colaboradores saben cómo identificar estos peligros, es mucho más fácil evitar los ataques.
Con el crecimiento del trabajo remoto y la movilidad laboral, los dispositivos móviles ya no son un accesorio más: son parte esencial de la infraestructura de cualquier empresa. Ignorar su protección es un riesgo que ninguna microempresa debería asumir.